Médicos y enfermeras frente al Gobierno

El enfrentamiento de los médicos y las enfermeras con el Gobierno, por el reclamo del aumento de salarios, no debe prolongarse más.

Es un conflicto que está lesionando a terceros que no son culpables de nada: los pacientes que acuden a los hospitales públicos.

El limbo en que ha caído el tema ya está erosionando la credibilidad y el apoyo social tanto de los médicos y enfermeras como del Gobierno.

En el caso de los médicos y las enfermeras, la población comienza a cansarse de que se recurra a la paralización de los servicios hospitalarios públicos casi como única manera de luchar por sus derechos. Porque nadie discute lo justo del reclamo de aumento de sueldos, pero cae mal que sean los más pobres los que se afecten directamente de los paros de servicios médicos en los centros de salud del Estado.

Por el lado del Gobierno, para nadie es un secreto, en estos momentos necesita reducir el número de problemas que enfrenta:

* Crisis de la electricidad

* Las protestas populares y la carencia de recursos para hacerles frente

* Las críticas por los escándalos de corrupción (asunto que ahora se complica con la divulgación de la Encuesta Gallup y el informe del Foro Económico Mundial publicado en el semanario CLAVE, que dejan muy mal parada a la actual administración en materia de transparencia y confianza de la población).


Precisamente, la desfachatez con que algunos funcionarios disponen de los recursos de un Estado pobre, muy pobre, refuerza el argumento de quienes consideran que los médicos y enfermeras tienen razón en reclamar un aumento de salarios que les permita vivir con el mínimo de holgura para cumplir con su deber.

Lo que más conviene, pues, a ambas partes es deponer actitudes de cerrazón y sentarse a dialogar con serenidad, sin necesidad de ningún intermediario, hasta alcanzar un acuerdo que ponga fin a este conflicto.