Como si fuera poco, no basta con el deterioro y abandono que exhibe el cementerio Cristo Redentor, sus calles interiores están siendo utilizadas como atajo por vehículos de todo tipo, algunos cargados hasta el tope y en marcha a alta velocidad. Hasta los peatones lo usan como camino vecinal.
Quince minutos fueron suficientes para determinar el flujo de vehículos que transitan por la calle principal del cementerio, expresamente prohibido por tratarse de un recinto de su naturaleza, con el fin de acortar el camino.
La observación concluyó con cifras escandalosas: dos camiones cargados de papa y uno de arroz, tres minibuses de transporte escolar, carros de concho, guaguas “plataneras”, decenas de motores, camionetas transportando materiales de construcción, cuyo destino se pudo constatar y no era para construir dentro del cementerio, y hasta unos cuantos niños jugando en sus bicicletas.