En medio de tantos problemas que sufre la República Dominicana en estos momentos, dos noticias merecen nuestro comentario y nuestra ponderación.
La primera habla del primer aniversario de la llamada matanza de Paya, tragedia en la que siete personas fueron asesinadas, y uno logró sobrevivir, el 4 de agosto de 2008.
Hay 25 imputados en espera de juicio, en principio se habló de millones de pesos y dólares y de una cantidad de cocaína que no se sabe a dónde han ido a parar.
El asunto es que este caso judicial está prácticamente estancado, como han resaltado los medios de comunicación.
La segunda noticia, no tan notoria como la primera, habla de un plan de la secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT) y el Consejo Nacional de Drogas (CND) para la prevención del uso y abuso de drogas en los estudiantes de las 33 universidades dominicanas.
Saludamos que las autoridades del CND y la SEESCYT aporten a la prevención del uso y el abuso de drogas, pues esta es la parte que mayor atención y recursos debe recibir de las autoridades en cualquier país que quiera afrontar seriamente narcotráfico.
El narcotráfico opera con la lógica del mercado. Sin mercado, sin consumidores, no hay ninguna mercancía que se venda tanto como para hacerla atractiva para los fabricantes y distribuidores.
Por esta razón ha fracasado en el todo el mundo la llamada guerra contra las drogas, porque se ataca el problema por una de las partes: la venta a granel y al menudeo, pero se atiende menos el asunto de la prevención, el tratamiento y la cura del adicto.
Si en el gran mercado consumidor de drogas, constituido por los países que también consumen en mayor proporción la mayoría de los productos de la economía mundial (Estados Unidos y la Unión Europea) el narcotráfico internacional no se sostendría, ni los países situados en la ruta del trasiego, como República Dominicana, fuese utilizados como “puente”.
Y no habrían ocurrido la matanza de Paya ni los tantos escándalos de corrupción ligados al narcotráfico, en los cuales se han visto involucrados miembros de las Fuerzas Armadas y agentes de la Policía Nacional.
De igual manera, sin el consumo interno de drogas en República Dominicana no existirían los llamados puntos de venta diseminados por todo el país.
En todo el mundo, es hora de trabajar más en la prevención, al unísono con la persecución. Esta iniciativa debe estar encabezada por el mismo país que comenzó hace más de 20 años la denominada guerra contra las drogas que, evidentemente, ha sido un gran fracaso.
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