La formación de los miembros de la DNCD

El nuevo jefe de la Dirección Nacional de Control de Drogas comenzó de la misma forma en que lo hicieron sus anteriores incumbentes: tratando de lavar la cara al organismo, despidiendo a algunos miembros a los cuales se les comprueban vínculos con la delincuencia y en particular con el narcotráfico.

El general Rolando E. Rosado anunció ayer la expulsión de 7 miembros de la DNCD, incluyendo a uno que era miembro del Ejército Nacional, por dedicarse a extorsionar a los detenidos por asuntos de drogas, para dejarlos en libertad a cambio de dinero.

Se trata de una práctica antigua, aprendida por muchos miembros de la DNCD, a quienes al parecer no les enseñaron ética del desempeño en la escuela, en la casa ni en la academia en la que se formaron para ser parte de un organismo especializado, como el que se encarga de perseguir el delito del tráfico de drogas en el país.

Hay que insistir, una vez más, que hace falta especializar a los miembros y directivos del Consejo Nacional de Drogas.

Se trata de una actividad riesgosa, que requiere de técnicas de investigación, inteligencia y de una gran disciplina, además de condiciones sicológicas y educativas por encima del común de los guardias y policías, que han aprendido a usar armas y a manejar violentamente situaciones de persecución e interdicción de tráfico de drogas.

El país carece de una escuela que incluya el elemento ético. Ya el general Rafael Ramírez Ferreira depuró tanto como pudo la DNCD, y lamentablemente las lacras siguen dentro de ese organismo, sin que se tenga conocimiento del nivel profesional, académico y ético de los miembros de ese departamento oficial.

¿Son policías o militares? No se sabe, es una mezcla de ambas cosas y no es ni uno ni otro. Tal vez haya llegado el momento de que el Consejo Nacional de Drogas, como parte de sus planes, incluya el tema de la formación de los miembros de la DNCD.