FMI, rigor en el gasto y cuidado a los más pobres

La llegada del Fondo Monetario Internacional -otra vez- al escenario dominicano es auspiciosa y podría significar un cambio de rumbo en el manejo del gasto público.

De entrada, y al margen del acuerdo que se busca, a las reservas del Banco Central le ingresan 275.3 millones de dólares como parte del Derecho Especial de Giro, al que se acude en este momento para ser utilizados “según las necesidades del mercado cambiario”, ha dado a conocer el Banco Central.

El diagnóstico de la economía no es bueno: han caído los ingresos del gobierno, se han reducido las exportaciones, han bajado las remesas y el turismo crece pero a un ritmo muy lento, en relación con el año pasado. Se tendría mejor información si las estadísticas del Banco Central fueran más completas y abarcaran, por lo menos, el segundo trimestre de este año.

Sólo se conocen hasta el mes de marzo. En lo que el FMI y el gobierno se ponen de acuerdo, sería oportuno que las autoridades tomaran en cuenta algunas sugerencias:

  1. Renegociar, con la ayuda del FMI, el servicio de la deuda externa, que consume el 32% de los ingresos fiscales del 2009.
  2. Reducir el gasto que no genere empleos productivos, dejando atrás el clientelismo, reduciendo la burocracia parasitaria estatal, que suele inflarse en los meses previos a los procesos electorales, sin que haya forma de reducirla después.
  3. Negociar bien con el FMI para proteger el gasto social que tienda a la reducción de la pobreza y a equilibrar un poco las grandes disparidades de ingresos que existen.
  4. Sanear el sector eléctrico, despolitizarlo, hasta lograr focalizar racionalmente los subsidios y aumentar las cobranzas.
  5. Priorizar las inversiones públicas en relación con las necesidades del desarrollo nacional: electricidad, educación, salud, seguridad ciudadana, agua potable y producción agrícola.
  6. En la contratación de nueva deuda externa -cuando esta sea realmente necesaria-, dar prioridad a los convenios con los organismos multilaterales y reducir al mínimo, hasta que desaparezcan, los acuerdos con aventureros, los créditos de exportación y los préstamos con la banca privada, que generalmente devengan intereses por encima del 12%, lo que resulta oneroso para una economía como la nuestra.

El país necesita de la atención externa, de la ayuda financiera, y sobre todo de un control mayor del gasto público oficial.

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