Metales y féretros

El robo de féretros y de metales se ha convertido en una actividad lucrativa, poco perseguida y penalizada en el país.

Es otra prueba más de hasta dónde llega el irrespeto y la inescrupulosidad de muchos y de la inacción de las autoridades para ponerle fin a estas desvergonzadas prácticas.

Desde hace tiempo se denuncian estos robos, pero estos persisten. Los últimos han abarcado algunas estatuas metálicas en una plaza erigida en honor al extinto líder político José Francisco Peña Gómez, en la avenida que conduce al aeropuerto internacional de su mismo nombre.

Chapas, tarjas, piezas de estatuas, efigies de bronce, alambres del sistema eléctrico y telefónico, tapas del alcantarillado, barandillas de puentes y de verjas, todo lo que sea de metal es hurtado con sorprendente impunidad en cualquier parte del país.

Lo mismo ocurre en los cementerios.

Siguen los robos pese a que se supone que existe vigilancia permanente en ellos.

Los deudos se han conformado con perforar y dañar los féretros de sus difuntos antes de que sean selladas sus tumbas, como una forma de desalentar el robo. Algo insólito que no debería ser.

Llamamos otra vez la atención de las autoridades para que se empeñen en enfrentar estas modalidades del delito y para que actúen en aras de evitarlos, afinando sus mecanismos de investigación y buscando a los principales jefes de las bandas mafiosas que cometen estos robos para que paguen en la justicia la barbaridad de sus desmanes.