El turismo dominicano y el medio ambiente

Hizo bien el secretario de Turismo, Francisco Javier García, en alertar a la Secretaría de Medio Ambiente acerca de un supuesto informe que circula en el que se considera “altamente insostenible” el turismo en la República Dominicana.

Luego de la protesta del secretario, que vinculaba al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), vinieron las aclaraciones y las disculpas. Se trató de un error la distribución de un borrador, no un documento sustentado por nadie, de los debates que se han sostenido en el llamado “Diálogo Interinstitucional sobre el Cambio Climático”.

La aclaración la hizo Omar Ramirez, vicepresidente del Consejo de Cambio Climático, junto a funcionarios de la secretaría de Medio Ambiente, de que el texto dado a conocer es una opinión independiente, que no vincula al Gobierno ni a al PNUD.

El turismo de la República Dominicana ha sido una de las bases fundamentales de sustentación del desarrollo económico de los últimos años. Los análisis del crecimiento del turismo en la primera etapa, cuando se potenció el polo turístico de Puerto Plata, recibió críticas justificadas.

La población quedaba al margen del desarrollo turístico, y hubo casos –como los de violencia en Samaná contra las embarcaciones que allí atracaban- en que se impidió un turismo a gran escala de cruceros que recorrían las islas del Caribe.


No es ese el caso, y son muchos los avances redistributivos que ha alcanzado el turismo, convirtiéndose en la actividad de mayor rentabilidad para las comunidades. El caso de las provincias del Este –Higüey y La Romana- es una de las muestras mayores de cómo impacta positivamente el turismo en una región. Son esas las regiones de mayor ingreso per cápita por habitante y las que mayor desempeño han tenido en la reducción de la pobreza.

Hay otros problemas, vinculados al medio ambiente y al cambio climático, en el que las autoridades deberán hacer un mayor esfuerzo regulatorio, en particular en lo que tiene que ver con las áreas protegidas. Son muchas las apetencias, por ejemplo, que existen en torno a Bahía de las Aguilas y los errores que se han cometido en proyectos turísticos desarrollados sin planeación y sin acogerse a las normas medioambientales que existen en la República Dominicana.

Eso, sin embargo, no es motivo para descalificar o considerar insostenible el modelo del turismo dominicano. Países de la región y de Europa y Asia miran con atención el modelo del turismo dominicano, precisamente por el éxito que ha alcanzado, que de apenas 15 mil habitaciones hace dos décadas, estamos llegando a las 100 mil habitaciones, y desarrollando un nuevo esquema, con turismo relacionado a la segunda vivienda, al golf y al alto consumo.

El error, sin embargo, debe servir para advertir al Gobierno y a los desarrolladores turísticos que pese a los éxitos alcanzados son muchos los desafíos que el país tiene por delante para alcanzar la plena satisfacción de la comunidad, que es el principal tesoro turístico del país.

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