El debate sobre el aumento salarial ha seguido el curso de los anteriores: el sector sindical pide un alto porcentaje de incremento, el gobierno interviene para mediar ante el sector patronal, que propone sectorizar el aumento y hacerlo en una proporción que no perjudique la estabilidad de las empresas.
El Comité Nacional de Salarios se reunió el martes y dejó en vigencia, retroactivo al mes de junio, un incremento salarial de un 15 por ciento para quienes reciben el mínimo, lo que fue rechazado por el sector sindical. Querían un aumento del 22%.
El papel del Estado debe confirmarse como un ente de mediación en estos casos, no porque se trate del principal empleador del país, sino porque es el regulador de las relaciones laborales y el responsable de la vigencia de la ley de trabajo, que incluye la parte correspondiente al salario.
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2007 (ENGIH-2007), que está circulando desde hace dos semanas, dice muy claramente que los gastos de las familias se han incrementado a partir del 2003, y que los aumentos han disminuido con exageración los ingresos de los hogares.
Los ingresos mensuales por salario en el país alcanza los 20 mil millones de pesos, que los reciben 2.2 millones de asalariados. El salario es el principal ingreso del 93 por ciento de los empleados, lo que promedia entradas mensuales de apenas 8,648 pesos. Los sectores involucrados, especialmente el empleador y el Gobierno, deberán analizar con detenimiento el componente del gasto por hogares contenido en la ENIGH 2007.
El 21% del gasto de los hogares está destinado a alimentos y bebidas no alcohólicas, el 17% se invierte en transporte, el 10% en alojamiento, electricidad y combustibles, y el 13% en restaurantes y hoteles. En el componente de alimentos, el 22% de lo que se invierte va destinado al pan y a los cereales.
Y no es necesario detallar los datos en educación y en salud, que tanto en los sectores marginados como en las clases medias representan componentes onerosos, la mayor parte de las veces causantes de empobrecimiento e indigencia. El debate no debe quedar solamente en el sueldo, ya que siempre será difícil lograr un salario que garantice al trabajador un nivel de vida satisfactorio. Hay que explorar fórmulas, no necesariamente aumentos de sueldos, que permitan aliviar los gastos de los hogares de los trabajadores sin poner en riesgo la estabilidad de las empresas.
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