La opinion 46 años de una tragedia

Hoy se cumplen 46 años de aquel fatídico 25 de septiembre de 1963, cuando un grupo de militares y civiles, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, derrocaron el primer gobierno libremente elegido por el pueblo dominicano en 32 años, y de esa manera se marchitó el que prometía ser un proceso de desarrollo político e institucional de grandes beneficios para la República Dominicana.

En efecto, después de sufrir todos los abusos, saqueos y crímenes de la dictadura de Rafael Trujillo, de 1930 a 1961, y todo el traumático proceso de salida de sus principales familiares y colaboradores, el 20 de diciembre de 1962 el pueblo dominicano votó masivamente y eligió a Juan Bosch, del Partido Revolucionario Dominicano, para gobernar al país por cuatro años.

Además de dar al país una Constitución liberal, que no prohibía ninguna ideología ni credo, el nuevo gobierno trató de poner en marcha una política de transparencia para parar cualquier intento de corrupción administrativa y tráfico de influencias, además de intentar una política económica más justa para los menos pudientes.

A esas directrices se sumaba el hecho de que el presidente Bosch creía profundamente en que los países tienen que hacer valer su soberanía, y no convertirse en simples cumplidores de órdenes de las grandes potencias, en este caso de los Estados Unidos.

En ese marco, una oligarquía rapaz, unos militares formados por la tiranía, corruptos y plegados a las órdenes de Washington, con el apoyo de una fanatizada iglesia católica y algunas iglesias evangélicas, montaron un plan conspirativo que puso fin al gobierno que tantas esperanzas había despertado en el pueblo dominicano.

La dictadura surgida del golpe de Estado, si se toma en cuenta su corta duración (1963-1965) ha sido uno de los gobiernos más corruptos y sanguinarios. No sólo asesinó a Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y a un grupo de sus compañeros de causa que intentaron devolver la democracia al país a través de una lucha guerrillera, sino que prohijó las peores prácticas de corrupción entre los funcionarios civiles y militares, al tiempo que la población sufría los efectos de una profunda crisis económica.

Por eso, el 24 de abril de 1965 un grupo de militares honestos, fieles al mandato constitucional, se unió a los civiles que luchaban por el retorno de la democracia, y lograron derrocar a los dictadores.

Aunque, por la invasión norteamericana, no se logró reponer la democracia, el hecho de que un pueblo desalojara una tiranía que había arrebatado por la fuerza el poder a un gobierno legítimo y democrático, constituyó una lección histórica de valor inestimable para todas las generaciones siguientes.

Hoy que conmemoramos estos acontecimientos, abogamos porque sirvan de reflexión para quienes participan en la política y una vez en el poder se olvidan de sus deberes y compromisos con la población.

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