La muerte del rey de pop, Michael Jackson, deja un hueco profundo en la cultura popular de los Estados Unidos y de todo el mundo. Su influencia en el arte, y en particular en la música, traspasó las fronteras de su país para imponerse en un mundo deseoso de ídolos a los cuales devorar.
Michael Jackson se entregó a un público exigente, desde muy joven, con sus hermanos que no lograron trascender como él lo hizo, pese a la existencia de los Jackson Five. Su relación de admiración se transformó en una devoción, de él hacia el público con la entrega de discos de larga duración cada vez más cálidos y exigentes, y del público hacia él, que idolatraba lo que hacía, estimulaba sus excentricidades fuera del arte y devoraba todas las informaciones relacionadas con su salud, amistades, relaciones, conflictos judiciales, pleitos familiares, económicos y de cualquier otro orden.
La muerte de Michael Jackson, a la corta edad de 50 años, deja un sabor a tragedia insondable, a misterio, que permite todas las especulaciones, buenas y malas, y que a su vez son el germen de un nuevo mito en la cultura popular, estilo James Dean o Elvis Presley, o tal vez, un poco más cercanos al Caribe, tipo Bob Marley o Ritchie Valens.
Jackson logró vender, según estimaciones, un mínimo de 700 millones de copias de sus discos. Creó un imperio empresarial, que incluyó entre sus propiedades, los derechos de las canciones de The Beatles, y que al momento de su deceso se preparaba para una serie de conciertos que comenzarían en Londres, dedicados a su despedida de la música. ¿Podría pensarse en un peor momento para el deceso?
Ha pasado una semana desde su fallecimiento. Todavía no se tiene la certeza sobre las causas de la muerte. La próxima semana será el funeral del astro en Los Ángeles, California, y millones de personas en todo el mundo están a la expectativa de lo que ocurrirá en el mundo más definitivo que tenemos todos los seres humanos, que es cuando descendemos al sepulcro. Bueno o malo, rico o pobre, triste o alegre, a todos nos llagará el momento que le ha tocado a Michael Jackson, con sus millones de dólares, de admiradores y sus muchas excentricidades.
Un gran artista se ha ido, una gran pérdida para la cultura popular y de consumo. Un triste momento para los que acumulan gloria y no saben qué hacer con ella. Un excelente momento para pensar en el sentido de la vida, en lo que hacemos con ella. Paz a sus restos y sosiego a su familia.
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