De buena tinta - De encuestas y encuestadores

La Cid-Gallup es como el muchacho malo que goza haciendo maldades, y por eso nunca se lleva bien con la Gallup dominicana, que es como la Caperucita Roja que en la versión antigua se quería comer el lobo.

Se duda que sean familia, pues en una Gallup es apellido, y en la otra, nombre.

En pasadas elecciones nacionales incluso rivalizaron, ya que mientras en la primera el candidato Miguel Vargas iba adelante, en la segunda el presidente Leonel Fernández lo sobrepasaba.

Interesa por tanto conocer la verdadera identidad, pues se tiene una primera impresión de que es extranjera, y que sus hilos se manejan afuera, pero hay quienes dan testimonio de sus vínculos con un encuestador que responde a un partido de oposición.

La última medición, en que coloca al jefe del Estado dominicano entre los peores valorados en la región, resulta sospechosa.

Y no por los números.

Se publica en momentos en que anda por estos lares Porfirio Lobo, quien comparte con Fernández el mismo nicho en el sondeo, e igual tribuna en el encuentro del Parlacen.

Nunca una coincidencia fue tan coincidente.

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