El ministro francés de Cooperación Alain Joyandet es un hombre de suerte. Ha venido dos meses al país en el último mes, interesado en conseguir la libertad de dos jóvenes francesas traficantes de drogas que se encontraban recluidas en la cárcel de Rafey, Santiago, desde hace año y medio.
La condena que los tribunales dominicanos había impuesto a Celine Faye y Sarah Zaknoun era de ocho años de cárcel. Fueron encontradas culpables de transportar 6 kilos de cocaína en sus maletas, y como tal la justicia dominicana, haciendo uso de la autoridad, pero preservándoles el derecho a la defensa, las juzgó y hallándolas culpables las condenó.
Alain Joyandet será candidato en las primarias de su partido, el conservador Unión por un Movimiento Popular (UMP), que lo postula en las elecciones regionales del 2010 para conducir a su partido en Franche-Comté. La gestión de Joyandet ha sido meramente electoral, y para esto ha contado con el apoyo del presidente Nicolás Sarkozy y de su esposa Carla Bruni, quienes conversaron directamente con el presidente dominicano, Leonel Fernández, para apoyar la gestión del ministro francés de Cooperación en la obtención de la libertad de estas jóvenes narcotraficantes.
Es una pena que el presidente dominicano se haya dejado involucrar tan cándidamente en este proceso político interno de Francia, y que haya accedido, en este momento, a dar la libertad a través del indulto a estas jóvenes delincuentes. El país está dando una dura batalla contra el tráfico de drogas y envía un mal ejemplo con el indulto, por más francesas, europeas o jovenzuelas que sean las traficantes.
Fernández debió acogerse a un acuerdo de cooperación que existe entre la justicia de Francia y la República Dominicana, y deportar estas jóvenes, entregarlas a la justicia francesa, para que guardaran prisión en su país. Esa fue la petición original, no que las indultara. El indulto fue una gracia de factura local, excesiva, en un momento en que los traficantes de drogas se burlan de las autoridades nacionales y en gran medida la población ha perdido la confianza en las instituciones encargadas de perseguir a estos despiadados delincuentes.
¿Cuántas mujeres de otras nacionalidades se encuentran bajo prisión en cárceles dominicanas por tráfico de drogas? ¿Haremos lo mismo si Colombia nos pide una gracia como la solicitada por el candidato Joyandet con el apoyo de Sarkozy? ¿Acaso son menos merecedores de nuestra de nuestra indulgencia y nuestra solidaridad los reclusos y reclusas que no proceden de Francia?
Este penoso indulto, que beneficia al narcotráfico internacional, es un triste argumento de campaña a favor de un candidato oportunista, quien se ha aprovechado de las estrechas relaciones que República Dominicana ha querido mantener con su país. Es una pena que el gobierno dominicano no fuera “chivo” y cayera en este “gancho”.
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