
Mientras miles de dominicanos aprovechan el largo asueto de Semana Santa para ir a la playa o al campo a visitar a sus familiares, otros se ven forzados a quedarse en la ciudad, ya sea porque no tienen dinero para pagar un pasaje, o bien porque no tienen nada que llevar a sus parientes.
Pero como el ingenio del dominicano no conoce barreras, muchos preparaban desde ayer sus “piscinas inflables” y colectaban la arena con la cual crearían sus “playas” artificiales, que ya se han convertido en tradición en los barrios marginados de Santo Domingo.
Durante un recorrido por distintos barrios de la Capital, reporteros de El DÍA conversaron con amas de casas, chiriperos, empleados privados y desempleados y casi todos coincidieron en que no tenían otra opción que quedarse en la ciudad porque no hay dinero para ir a la playa y menos para trasladarse a las provincias del interior.
Obligados a estar quietos
Clara Rosario, María Steffani, Enrique Marcial, Virtudes Mateo y Roberto Aquino, entre otras personas consultadas, dijeron que sus deseos son viajar a sus pueblos y visitar amigos y familiares, ir a un río o alguna playa, pero la “olla” se lo impide.
“No hay cuartos para viajar. Hay que quedarse aquí obligado, porque si tú tienes mil pesos se te van en el pasaje. ¿Con qué vas a beber? ¿A quién le vas a dar nada?”, expresó Javier Féliz, motoconchista, quien tenía el deseo de ir a su natal Barahona.
Una playa en Cristo Rey
“Ahora mismo no hay ni un quiquí (centavo). No hay cuartos para ir pa´l campo. Nosotros lo que queremos es que las autoridades nos dejen poner la piscina en la calle porque no tenemos dinero para salir a vacacionar y que nos manden el agua”, expresó Darío Polonia mientras compartía con varios amigos en una calle de Cristo Rey.
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