“Dios mío, ¿por qué me está pasando esto a mí?”, sostuvo ayer
la mujer de 36 años Luvic Arzola Hernández, mientras narraba en el
Centro Judicial de San Juan un violento incidente en el que el supuesto
seminarista diocesano Leonard Prohil, de 47 años, presuntamente le rasgó
sus pantis y penetró su área vaginal con sus dedos hasta hacerla
sangrar.
Arzola Hernández hizo las expresiones en la vista
preliminar para juicio contra Prohil, a quien se le acusa por cargos de
agresión sexual y actos lascivos. Los hechos que conforman los cargos
ocurrieron en dos ocasiones el año pasado contra Arzola Hernández, quien
se desempeñaba como sacristana y secretaria de la Capilla Santa Ana,
ubicada en la calle Tetuán en el Viejo San Juan.
El primer
incidente aconteció el 19 de julio, cuando la mujer acompañó a Prohil a
buscar unos refrescos en la llamada Casa del Mar, una estructura de la
Iglesia Católica que está junto a la Capilla Santa Ana. Arzola Hernández
dijo que subieron una escalera y al llegar a la puerta Prohil le mostró
su pene. “Me fui corriendo”, recordó Arzola Hernández. A preguntas de
la fiscal Nilsa Álvarez, de la Unidad Especializada de Delitos Sexuales,
la mujer narró que no se lo contó a su madre, quien labora junto a
ella, “porque tiene problemas del corazón”. Pero sí le contó al padre
José Emilio Cummings, encargado de la Capilla Santa Ana, que había
tenido un incidente con Prohil.
Fue Cummings quien le dijo que el
imputado era “seminarista diocesano”, que vivía en la Casa del Mar y
que le podía pedir ayuda.
“Cuando le conté que había tenido un incidente, él (Cummings)
me dijo que lo estaba chequeando de cerca”, indicó Arzola Hernández.
Prohil
está con un grillete electrónico desde la vista preliminar para
arresto. Se supo que vive en la Iglesia San Mateo de Santurce, que
dirige el padre Olin Pierre Louis. La fiscal indicó que Prohil reside
de forma ilegal en la Isla y que su origen es dominicano.
El
segundo incidente ocurrió el 27 de julio, a las 2:45 de la tarde,
cuando Arzola Hernández se quedó sola en la Capilla, luego de que su
madre saliera a hacer una gestión. Mientras se encontraba en la cocina,
el imputado la acorraló mientras le decía: “Tú estás bien buena. Me
gustas mucho”. Según narró la mujer, Prohil la aprisionó con sus brazos
y frotó su miembro erecto sobre sus glúteos. Luego la viró de frente y
frotó su vagina.
“Yo forcejeé, le grité que me soltara y él
siguió rozando su miembro por mi cuerpo. Yo seguí gritando”, declaró la
mujer. Fue en ese instante cuando el acusado supuestamente le rasgó los
pantis y con los dedos le penetró la vagina hasta hacerla sangrar. Luego
la mujer dijo que logró empujarlo contra un armario y con su celular
llamó al cuartel de la Policía de Puerta de Tierra. Indicó que de
inmediato Prohil salió corriendo y gritando: “Tú no me vas a meter
preso”.
Arzola Hernández indicó que tuvo que confesarse con el padre
Cummings para poder contarle los hechos. Tras la confesión, el padre le
indicó que “tomaría cartas en el asunto. Pero no hizo nada. Por eso
radiqué la querella en la Policía el 30 de noviembre de 2010”, dijo.
Durante
el contrainterrogatorio, la abogada Valerie Rivera Vargas armó una
línea de preguntas que indicaban que Arzola Hernández pudo haber tenido
una relación con Prohil y que, incluso, se mostró celosa cuando lo veía
junto a otras mujeres de la iglesia.
A preguntas de Rivera Vargas,
la mujer aceptó que no acudió ni a la Policía ni al hospital después de
los dos incidentes y que cuando radicó la querella no les mostró su
traje y pantis rasgados. Incluso, Arzola Hernández aceptó que no había
presentado una querella escrita ante la Iglesia Católica y que ayer fue
la primera vez que mencionaba que había sangrado en el incidente del 27
de julio.
Al finalizar la vista Rivera Vargas reconoció que la
defensa sostendrá la teoría de que Prohil y Arzola Hernández tuvieron
una relación amorosa y que la acusación por parte de la mujer obedece a
una posible venganza.
Ayer el juez Enrique Silva Avilés pautó para el jueves próximo la continuación de la vista preliminar.
Por
su parte, el arzobispo Roberto González, en un comunicado, aclaró que
la persona imputada no es seminarista y se desempeñaba en labores de
manera voluntaria. “El imputado reclama ser inocente de los hechos por
los cuales se le está acusando. Por lo tanto, de acuerdo al mandato
constitucional, goza de la presunción de inocencia”.
González dijo que supo del asunto “cuando ya estaba en manos de las autoridades civiles”.
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