El castigo en la DNCD

La Dirección Nacional de Control de Drogas anunció la sustitución de su vocero, el periodista Roberto Lebrón, quedando sólo como asesor, y en su puesto fue designado el oficial Ramón Alcides Rodríguez Veras, de la Policía Nacional.

Es el mismo procedimiento que se utilizó para poner fuera de la DNCD al anterior vocero, el locutor Buenaventura Bueno Torres, al inicio de la gestión del general Rafael Ramírez Ferreiras. Bueno Torres entendió que “asesor” era un puesto para no hacer nada, y en una muestra de su dignidad renunció.

La preocupación sobre este cambio, aparentemente menor, tiene que ver con la transparencia con que se maneja la Dirección Nacional de Control de Drogas. Tanto Bueno Torres como Lebrón fueron destituidos, o designados asesores, luego de dar a conocer informaciones de altísimo interés para la sociedad, y que en una postura poco clara y poco ética, la DNCD pretendía ocultar.

A Bueno Torres lo sacaron luego dE varios escándalos en los cuales se vieron involucrados oficiales de la DNCD, y él no se prestó al juego de mentir o de ocultar informaciones. En esos mismos días el fiscal de la provincia Duarte denunció el vínculo de agentes de la DNCD con los narcotraficantes de San Francisco de Macorís. 

Ahora, Lebrón ofreció información a los periodistas y al país sobre el escandaloso caso de la pérdida de dinero y drogas, hecho en el que están involucrados agentes de la DNCD y una fiscal de la provincia Santo Domingo, a la cual el Ministerio Público hasta el momento ha protegido al no revelar su nombre. 

Roberto Lebrón ha cumplido con su trabajo de informar, de ser vocero de la DNCD, y el castigo que se le ha impuesto, de sacarlo de la posición de director de Relaciones Públicas y vocero no se corresponde con el servicio que éste ha rendido, asumiendo riesgos, en momentos en que las flaquezas persecutorias son tan evidentes y las complicidades salen tan frecuentemente a flote.

Es una pena que la dirección de la DNCD se maneje con tan poca disposición a ser transparente, como si la oscuridad y la ausencia de información sobre sus debilidades fueran una gran virtud.

A cualquier autoridad que trabaje en la persecución del tráfico de drogas le conviene actuar con la mayor transparencia posible, debido a lo delicado del tema y a la gran cantidad de intereses que se mueven en torno al mismo.