Jaime David y medioambiente, en El Martillo y Borojol


Por Diego Tórres

Borojol, (San Isidro).- Los chiquillos corren en bandadas por las callejuelas polvorientas del barrio. Van descalzos corriendo tras los ruedas de bicicletas y motocicletas. Viven un mundo de fantasías. Su mundo.

Mientras tanto, allá, frente a las viviendas y dentro de ellas, los adultos tiene una mezcla de miedo y furia creciente y contenida.

En el entorno, los guardias de Jaime David Fernández Mirabal siguen haciendo de las suyas. Aterrorizando y amenazando.

Los chicos no se dan cuenta de que la ira crece. Ni que esa ira ya se va transmitiendo a soldados de la base militar de San Isidro, muchos de los cuales son hijos de las víctimas de Jaime David.
-"Ese parque natural va como quiera", dijo un funcionario de la Secretarìa de Medioambiente a Ciudadoriental.com.

El problema es que "el parque natural" arrasará de cuajo y casi por completo a los barrios Borojol y El Martillo, distante apenas a unos 200 metros del viejo polvorín del Ejército al que ni siquiera los guardias quieren acercarse por miedo a que un dìa explote.

Ni siquiera en la vieja garita desde la que los soldados cuidaban el polvorín hay gente. Nadie quiere estar allí. Hay miedo a que un dìa explote.

Y algo similar es lo que parece que ocurre en Borojol y El Martillo, con la diferencia de que todos los que viven allí, desde hace más de 50 años. quieren seguir allí y Jaime David los está expulsando amparado en la fuerza de los fusiles.

El Martillo y Borojol parecen dos polvorines a punto de estallar. A punto de reventar.
-"¡Jaime David ta` cuquiando las avispas. Déjalo que siga jodiendo!".

La expresión es de un ex militar que lo única riqueza que le queda es su propia vida. Más nada.
-"¡El va a tener que matarme aquí porque yo n o voy a salir a rodar por la calle. Esto es lo único que tengo!", dice.

Su mirada resbala por las paredes de su casa de madera sobre la que cuelga un cuadro de la Virgen de Altagrcia y una foto de aquellos tiempos en los que aún tenía en sus manos un fusil.
La gente de los barrios se reunen en suis patios a comentar. A la espera de que lleguen a por ellos a tirarlos a las calles como bestias.

-"¿Y qué piensan hacer con aquella pared que está casi pegada del rìo?", pregunta Ciudadoriental.com a uno de los guardias forestales.

-·La vamos a decorar. La empañetaremos para que se vea mejor", respondió.

La pared en cuestión bordea una extensa franja de terreno más grande que una cuadra. Tan grande como un campo de futbol. De ella los lugareños comentan que sería propiedad de un importantìsimo funsionario gubernamental muy cercano al presidente y que estuvo implicado en el sonado caso de la Sund Land. Así es la cosa.

A este no lo tocan, pero al pueblo entero sí.

Y no hay porqué dudar de que las gentes de Jaime David cumplan su palabra y acudan en zafarrancho de combate contra estas gentes sencillas que solo quieren vivir donde siempre han vivido.

Solo que, quizás, alguien deberìa pensar que a toda acción simpre hay una reacción.
Sin embargo, parece que a las gentes de Jaime David poco le importan las posibles consecuencias de sus acciones.

De hecho, están destruyendo la reserva natural de Los Haitíses para complacer al poderoso grupo Estrella, de Santiago, que planea instalar una cementera.

Es más, el Gobierno no tuvo empacho para arrastrar y golpear al padre Rogelio Cruz y a sus amigos que marcharon al Palacio Nacional para oponerse a la cementera en Los Haitíses.

Sin embargo, según lo que se escuche en El Martillo y Borojol, Jaime David podrìa tener su primera prueba de fuego real con gentes que están dispuestos a abonar la tierra en la que viven con su propia sangre.

1 comentario:

  1. ¿Algún ensayo sobre el sector "Proyecto Doña Enma Balaguer?

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